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lunes, 19 de abril de 2010

Mañana de sol, bajo por el ascensor y si no me tiro es porque no es estoy de humor

Me acosté temprano para que levantarme a las 8 de la mañana no me resultara taaaaaan difícil. Me dormí al toque pero a las 4 y 17 de la madrugada me desperté con la sensación de que el sueño/pesadilla que acababa de terminar no era un sueño, era de verdad. 
Las peores pesadillas son esas en las que no hay "monstros", sangre, asesinatos, fantasmas, muertes... son esas en las que uno está de protagonista y la pasa tan mal que se la cree porque es tan real que hasta llora o se lamenta. Los demás personajes, situaciones y espacios son tan reales que difícilmente uno puede detenerse en medio del sueño a pensar: "Hey! esto es un sueño así que no me la voy a creer"Yo no puedo lograr eso ni en sueños ni en pesadillas, en fin... me levanté angustiada, fui a la cocina porque tenía la boca seca y me serví el resto de soda que quedaba, desde el borde de un tupper una cucaracha se hacía la pelotuda y me quería hacer creer que estaba muerta, la reventé contra la mesada. Volví a la cama y la verdad es que me costó volver a dormir, no podía dejar de pensar en el malsueño en el que yo lloraba y escuchaba cosas que no quería oír. No pude evitar pensar que aunque fuese un sueño podía llegar a hacerse realidad.
Mi despertador sonó a las 8 en punto, me vestí y me fui, tenía que encontrarme con un tipo para hacerle una entrevista. 
La cita era a las 9, a las 9:02 yo todavía viajaba en el 109. Pero no me preocupé, pensé como una tonta... "va a ser fácil encontrar a un desconocido en una torre de oficinas, ¿qué hago? me pongo un cartelito que diga BUSCO A DANIEL C." Porque el detalle es el siguiente: cuando llegué a mi casa luego del laburo, el día anterior, me di cuenta que me había olvidado de anotar el número de su celu. 
Llegaba tarde y no tenía manera de comunicarme con el señor... ¿para qué fui? Entré al edificio y pregunté por él, ya se había ido. Mientras tanto, no paraba de recibir mensajes de "el pesado". 
El pesado es un tipo que hace una revista cultural para la cual escribo sobre cine.
Por supuesto que no le respondí ni un mensaje hasta que no llegué a la oficina. 
Camino a mi trabajo, me tropecé, traté de no pensar en la pesadilla, de no ponerme de mal humor, de no ser tan quejosa y lo logré.
Me senté en mi escritorio, lo primero que hice fue intentar comunicarme con el de la entrevista pero no me contestaba, enseguida me llama él, muy buena onda, acordamos para otro día. ¡Genial! 
Todavía tenía que comunicarme con "el pesado" para que simplemente "dejara de -entre otras cosas- querer ponerme de pésimo humor. Le mandé un mensaje, le pedí que por favor me permitiera enviarle una parte de la nota hoy y el resto al día siguiente a primera hora. Me responde: "no Victoria". Me colmó la paciencia el "NO" y el Victoria.
Ok, ¿querés tu notita? Ahora te la mando. (Obvio que no le respondí así pero me hubiese encantado). 
Mi respuesta vía mail fue:
"Te envío la nota, para las próximas notas las películas las voy a elegir yo porque sino pierdo tiempo buscando películas que no existen y ya te dije que si no veo una película no puedo hacer una nota sobre la misma".
 
Apreté enviar y pensé: "cuando te vea te voy a cagar a palos"

Después con tranquilidad chequeo mis otros correos, tengo 17 mails en hotmail. De los 17 ninguno es de interés. En doce horas 17 mails... todo basura. 
Y entre tanta basura, tengo un mail de Martula mamá de Iván que, dicho sea de paso, me manda, a razón de 10 mails por día que son cadenas y que por lo tanto borro sin leer.
Pero hoy, abrí uno que no tenía asunto, que justo estaba debajo de una notificación de FB y que se abrió directamente. 
Y entonces ¿Qué leo? Nada. El mail no tenía mensaje. ¡Tenía una foto tamaño baño de su hijo mayor, Iván!

¿¿¿Me está cargando??? No, Marta es un amor... pero mandarme una foto del hijo en primer plano abrazando a su querida madre y a su hermano... ¿hacía falta? Gracias Marta, te adoro.

Conclusión: al hijo de puta de la revista le voy a mandar la parte que falta de la entrevista y como que no la publique voy y le corto las bolas.
De todas maneras, ando de buen humor, hasta cierto punto esto que pasó me da risa.
Me calcé los auriculares para escuchar música variada, "Claro de Luna" de Debussy qué hermosa canción...

Pero pienso: tendría que ser aun más ortiva/malaonda/maleducada/chota pero por ahora hasta ahí llega mi grado de maldad.

miércoles, 14 de abril de 2010

Mis "viajes" por Buenos Aires

Iba del laburo a mi casa, qué vaga, son menos de quince cuadras pero me tomo un colectivo y además después de estar ocho horas clavada a un sillón, me siento.
A un par de asientos de distancia, veo a un hombre que me llama la atención. No sé por qué, no era ni buen mozo, ni joven, ni vestía algo en particular. Además solo podía ver parte de su perfil y su nuca.
Cuando este señor se levantó para bajar en la siguiente parada descubrí que era nada más y nada menos que el mediatico "Mitch". (No vale poner cara de "y a ese ¿¿quién lo conoce??, porque vamos... todos lo hemos sentido nombrar y escuchar a "el señora" que lo acompaña en la foto gritarle: "No te lo voy a permitiiiiir" mientras le daba algunos golpes torpes)
Después me tocó a mí, bajé por Córdoba y Pueyrredón. Crucé la avenida y en el camino me crucé al hijo de un hombre que fue presidente de Argentina. Un chico alto, bien blanco, de pelo crespo y no muy oscuro. Se llama Carlitos Nair y los dos o tres segundos que pasó delante mío me bastaron para mirarlo y pensar: "¿tiene lentes de contacto? y ¿qué hace caminando por este barrio?, ¿será mi buen vecino?" pero... por favor, ¡tenía lentes de contacto! Qué horror...

¿Qué onda? 
o tengo muy buena memoria visual o tengo mucho tiempo al pedo para reconocer gente y ver incluso hasta el detalle de sus ojos falsos.

martes, 6 de abril de 2010

El juego de las diferencias

A veces me pregunto por qué quise (o quiero) tanto a dos personas tan distintas como Pepo e Iván, hasta el momento, dos personas importantes en mi vida.
Porque no es solo una cuestión de diferencia física, sus personalidades son distintas también.
Hace unos días una amiga me decía que ella no podía determinar el "tipo" que me atraía a mí, que sí podía hacerlo con otras amigas y pensamos en algunos con los que yo había salido y sí, la verdad es que no se parecen.
La charla me hizo recordar una misma situación que sucedió dos veces. Una vez con Pepo y otra vez con Iván y que representan un poco estás diferencias entre ambos.

Un finde más en mi ciudad, salida con amigos a un lugar (bar/boliche) que no me gusta.
Camino al baño, me encuentro con Pepo, me saluda y hablamos un rato. 

Ya no aguantaba las ganas de hacer pis.  Miro hacia los dos baños de mujeres y había en ambos, filas de alrededor de diez chicas en cada una. Iba a tardar algo así como un siglo. El pis se me salía, interrumpí la conversación con Pepo y le dije:
- ¿Me acompañás al baño? 
Pepo se rió y me dijo que sí. Le digo: - Pero acompañame al baño de hombres porque mirá- Y señalo las filas con las chicas que sufren de vejigas casi reventadas.
Pepo no lo duda y empieza a caminar mientras se ríe, lo sigo y observo que tiene el pelo super largo y que la camisetablancadeabuelo le queda hermosa. Llegamos al baño, no hay fila ni tipos con cara de mártir porque se están meando. 
Pepo entra al grito de: "Muchachos va entrar una señorita así que lo que no pueda ver, lo guardan, ¿estamos?" Y entra sin golpear al cubículo donde está el trono. Sale y me acompaña hasta la puerta. 
En los mingitorios había algunos tipos que miraban sin entender mucho. Pepo me dice: "No te preocupé, hacé tranquila que yo cuido que no entre nadie". Y se ríe. Cuando salgo, caminamos. 
Decidimos caminar uno delante del otro porque había mucha gente. Esta vez fui yo delante de él. Me dijo: "Yo te sigo" y caminé tranquila entre la gente, giré una vez y Pepo seguía detrás mío, di varios pasos más y cuando giré ya no estaba.
Seguí caminando y me encontré con mis amigos y bailé con ellos con la vejiga vacía. 
Me gusta pensar que se asemeja a la leyenda de Orfeo y Eurídice solo en lo que respecta a la situación. 
La realidad es que él no se hizo humo cuando giré sino no me hubiese encontrado semanas después y me hubiese dicho: -"Che, dónde te metiste el otro día, yo iba atrás tuyo pero de repente te perdí de vista y te busqué pero no te encontré".
 A veces me gustaría que esa leyenda de verdad sucediera.


La situación con Iván, fue así: 
Mismo lugar de salida con amigos, la misma cantidad de gente, las mismas filas llenas de chicas aguardando turno para orinar. Y las mismas ganas mías de hacer pis.
Estaba charlando con Iván, tal vez también bailando. Le digo: - "Ivano me acompañas al baño de hombres".
El, unos segundos después: "¿Vos estás loca nena?" y me miró con cara de enojado. Me dijo: "NO". Y yo odio los no. Entonces le insití, le juré que si no hacía pis iba a morir. Después de varios no, conseguí lo que quería e Iván me acompañó hasta el baño. Caminó entre la gente sacando pecho y rezongando. Llegamos. Me dijo serio y ofuscado: "Esperá acá, no entres por nada del mundo ¿me escuchaste?" Yo estaba pegada a la pared e intentaba espiar mientras él "tanteaba el terreno" como soldado en medio de Vietnam. Me arrimo, se da vuelta y me descubre espiando, me dice: "¿Qué hacés?" Estira el brazo contra mi cuerpo y me detiene con fuerza.
Estuvimos fácil quince minutos esperando que él me diera permiso para entrar a mear. Cuando constató que el lugar no estaba en condiciones me dijo: "No, no podés entrar Vicky, ¡hay hombres!" (Y sí, me imaginé, ¡je!).  
Quise entrar igual pero casi arrastrándome me llevo hasta el baño de nenas. Me dijo: "No me importa, vas y hacés la fila, yo te espero acá. Dale, andá a la fila y me quedo atrás tuyo". Hice la fila, puse la cara de culo como las demás y mientras esperé, me puse a charlar con las chicas; qué habíamos tomado, que cuánto pis se hacía cada una. 
Antes de entrar, giro y lo veo a Iván estaba ahí esperándome sí...  mientras se chamuyaba a una pendejita apoyado contra la pared.