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jueves, 28 de enero de 2010

Lo mejor que te puede pasar... (II)

Es que:
tu novio/pareja/marido sea: hermano de otros hijos varones. ¿Por qué?
Porque de esa manera tu suegra no se convertirá en la peor de tus pesadillas.
Aquellas princesas que no corren con esta suerte, son las que encontraron un sapo que pertenece a algunas de las siguientes categorías (consideren el suicidio como opción si tu renacuajo pertenece a alguna de éstas):

- Que él sea hijo único.
Probablemente además de que sea el mimado de su madre, él adore esa admiración que siente la mujer que le dio vida. Sería una injusticia pero con esa madre que no logra resolver su edipo, no sería extraño que este especímen, tenga una abuela pesada e insoportable que quiera acaparar su atención en cada reunión familiar.
Para ambas mujeres vas a ser una más de la interminable lista de candidatas que esperan por estar con él. No hay que generalizar, tal vez pueden llegar a amarte.
O te aman o te odian, lo primero pasa solo en caso de que el hijo-nieto sea un vago incorregible. Aclaración: ellas nunca van a admitir eso y nunca pero nunca van a quererte más que a su hijo-nieto. No te ilusiones.
- Que él sea el varón más joven de la camada de hijos varones que parió la señora.
Con suerte esta señora reparta en partes equitativas su amor a cada uno de sus críos pero siendo tu elección de pareja el benjamín de la familia, probablemente éste reciba más atención (sobredosis de cuidado) por parte de su madre.
A veces, él se siente avergonzado de las actitudes que le prodiga su mamá pero no las puede evitar y no hará nada para cambiar esto. Si tu suegra se olvida tu nombre no te preocupes, lo compensará invitandote al cine a ver el estreno del mes: la película de Bandana o símil. Un horror pero no desesperes,ponela a prueba e invitala a las vacaciones a la costa que planeaste con tu amor; si se pone pesada convidale unas "pastillitas" y santo remedio. 
- Qué sea más chico que sus (tantas) hermanas mujeres (no importa cuantas).
¡Qué momento! ¿No tenías una mejor opción para elegir pareja? Mirá si a este combo se le agrega la abuela pesada, y alguna primita buscona; sería una terrible pesadilla dantesca.
"Le pasó a la amiga de una amiga de mi amiga" : te pasó a vos. "Me contarón que..." : te pasó a vos. Esto que voy a contar, de verdad, no me pasó a mí pero a sí a alguien muy cercano a mí. 
Una suegra de este estilo, es capaz de que -a más de dos o casi tres años de relación con tu pareja- te llamé "esta" frente a él y a otras personas de la familia sin ningún tipo de remordimiento. Pueden empezar a llenarse de lágrimas tus ojos de la bronca que te da escuchar eso pero si ella lo notara, le estarías dando el gusto de saber que te afecta lo que hace o dice. 
Paciencia, lo que tenés que hacer en estos casos es devolverle con la misma moneda. A esta suegra no te la "compras" con nada. Ni regalos, ni elogios, ni invitaciones... a ella tampoco quiere que dejes a su hijo, se conforma con hacerte la vida imposible recordándote a cada momento que él es SU bebé y lo va a ser siempre.
Como siempre existen excepciones a la regla pero siempre te pueden sorprender, así que  no te ilusiones...

martes, 19 de enero de 2010

¿Qué tengo? (I)

Tengo guardado desde noviembre de 2007 un archivo de 1600 KB de espacio en la memoria de mi PC y no pienso borrarlo, prefiero borrar otras cosas pero el  historial de chat por msn con Iván no lo borro ni loca. Además lo leo a veces cuando se me da por intentar encontrar algún indicio de amor entre tanta palabra y emoticón.

Me gustaría dejarles toda la conversación pegada en este post pero sería demasiado, prefiero contarles de a poco lo que significa para mí...
Cuando lo conocí a Iván yo tenía 22 años y él 20 recién cumplidos, me gusta pensar que nacimos con una diferencia exacta de 2 años y 10 meses.
La ecuación es simple:

Nos conocimos + nos gustamos + nos besamos = nos hicimos amigos.

No sé si debía pasar de ese modo, no sé si tenía que dar ese resultado. Pero en principio, pasó eso. Luego, con el paso del tiempo, la ecuación se fue complejizando un poco...

También tengo tres tatuajes en el cuerpo, desde 2005, hasta el 2008 elegí en diferentes momentos, tatuarme tres cosas. Una estrella adorna mi pie derecho, una cruz mi tobillo izquierdo y por último, un triangulo quedó dibujado para siempre debajo de mi nuca, ese me lo tatuaron para mi cumple número 25 y es el más significativo de todos.

¿No es molesto cuando la gente pregunta por el significado de los tatuajes que uno lleva?

A mí me molesta un poco responder esa pregunta. Tal vez porque mis tatuajes no tienen un significado definitivo o importante. Mi respuesta es: no tienen significado, me gustan nada más. Pero el triángulo... ese sí, ese significa mucho para mí. Me lo hice tatuar para no olvidarme de la ambiguedad de las relaciones que establezco con las personas, ahora que lo entendí tengo que decidir si quiero seguir manteniendo este tipo de vínculos o no.
Lo extraño es que muchas veces, cuando pienso en esto, me doy cuenta de que no lo puedo evitar.
Cada persona importante que forman parte de mi mundo, es la tercera línea que da forma al triángulo que llevo marcado en mi piel. Mi triángulo es infinito...

(Continuará)

lunes, 11 de enero de 2010

Frambuesa y brócoli

Hace unos días, me decidí a hacer lo que pospuse durante casi un año. Fui hasta un lugar a averiguar por el traductorado y/o profesorado de portugués.
Terminé mi día de oficina y fui a la parada a tomar el cole. Disfruté el viaje porque era un día soleado pero fresco y no me importó saber que soy bajita cuando me senté en un asiento del que me colgaban los pies, a modo de relajación los moví todo el camino, mientras escuchaba la radio.



Antes le pregunté al chofer:
- "¿Este cole va hasta Av. Del Libertador al 1500?" - y él me respondió:
- "¿Cerca de Retiro? Sí, sí" - Y me senté.


Cuando el cole pasó por Plaza Francia y luego dobló por la avenida me di cuenta que algo andaba mal. No era la avenida Del Libertador donde tenía que ir, era otra calle. Así que me bajé unas paradas después, ahí en una de las tantas esquinas, hay una confitería que me llenó de recuerdos al instante. Me detuve a recordar a René y luego seguí caminando.

Me acordé que un día de otoño, en ese café, René y yo tomábamos la merienda. No estoy segura pero creo que tomamos té, de lo que no dudo es que ambos comimos una porción de torta. El pidió de manzana y no le gustó y yo de frambuesa.
Habíamos hablado todo el finde, porque desde el viernes hasta ese domingo estuvimos juntos en diferentes partes de Buenos Aires. Ese día, unas horas antes, René me invitó a viajar con él a Córdoba pero le dije que no iría. Ahora me arrepiento un poco de esa decisión, no por él sino por mí.
En ese café, mientras se comía mi torta, me dijo con su casi perfecto castellano:
- "Vicky, ¿sabes qué? si me quedara aquí más tiempo, serías mi novia".

Me acuerdo de muchas frases más, me acuerdo de su voz y de su manera de hablar. Me acuerdo de sus gestos, y los gestos que tenía hacia mi persona. Recuerdo la primera vez que nos vimos.
A René lo conocí como a cualquier chico que se conoce en un boliche, no fue ni más ni menos especial, la única diferencia es que él era de otro país. Lo más gracioso de esa noche fue que le mentí y le dije que el chico que estaba conmigo era mi hermano, cuando en realidad era un amigo.
Recuerdo lo lindo que viví con él e intento no pensar en cómo terminó todo, porque lejos, fue una de las despedidas más dolorosas de mi vida.
Recuerdo a René y el otoño completo que vivimos juntos, los planes que me contó que tenía a partir desde ese momento y hasta dentro de diez años.
Antes, cuando recién había terminado todo y luego de un tiempo, no podía desprenderme de la historia. Todo parecía haber sucedido hacía sólo unos días cuando en realidad, ya había pasado más de un año. Ahora ya no encapsulo el tiempo, ya no cuento. La historia con él pasó hace mucho tiempo, fue en el 2007 y puedo decir que hace más de dos años y medio que lo conocí, lo quise y me despedí de él.

No extraño a René, a pesar de su inteligencia, de su sentido del humor. A pesar de sus modales y su bondad. No extraño sus ojos o su sonrisa.
Lo que extraño es el vínculo que se dio con él instantaneamente, esa manera en la que nos comunicábamos más allá de los idiomas o las ideas sobre el futuro. La espontaneidad en las cosas que hacíamos. Más allá de que siempre dijera:
- "No te enamores de mi Vicky, porque ya me tengo que ir a Alemania" -

No, no me enamoré de él. Lo sé porque si lo volviera a cruzar no estaría con él, lo abrazaría y le preguntaría qué tal sus cosas y si es feliz, con su vida ya planeada.
Me quedo con los recuerdos lindos que viví junto a él y lo que me dijo, con su llanto por lastimarme y hacerme triste. Me quedo con sus caricias en la panza, los rituales cariñosos de besos en la cara, con el cine que compartimos y la Plaza San Martín y cuando me cocinaba a pesar de que no se acordara de que no me gusta el pollo.

Y me quedo también con la torta de frambuesa y el brócoli.
Todo eso pensé hace unos días, hacía bastante que no pensaba en René.

Luego pude llegar a destino, encontré la dirección que no era lejos pero el lugar estaba cerrado. Tendré que volver el mes que viene. Contenta caminé un poco más y ni lerda ni perezosa emprendí otro viaje, tenía que encontrar las zapatillas que quería comprarme, me las debía...

Todo se trata de viajar, en cole, en avión o con la imaginación.

viernes, 8 de enero de 2010

Lo mejor que te puede pasar... (I)

Es que:



tu novio/pareja/marido tenga una madre que no sepa cocinar, que aunque la señora lo intente, su comida sea espantosa. Ni hablar de lo afortunada que podés llegar a ser si el tipo tiene una mamá que ni siquiera cocina y en cambio, se encargó de alimentar a todos sus hijos a delivery y panchos. Sería realmente, lo mejor que te puede pasar.


En el primer caso, él susodicho además debería reconocer que su madre no sabe cocinar (que no es tarea fácil) y entonces si esto sucediera, él siempre preferiría tu comida sin importar qué tan buena pudiera ser, sin importar que él sepa que no es el mejor plato de Maru Botana y que todo el menú se reduzca a una torta esporádica, milanesas, bifecitos a la criolla medio duros y alguna tarta rellena de cosas de colores. Todo eso le encantaría y valoraría tu comida y tu esfuerzo.


Ya que estamos y hablamos de madre, asegurate que para que se cumpla la regla de "lo mejor que te puede pasar", tu mamá también tiene que, como tu suegra, ser una pésima cocinera. En caso de que cocine como los dioses, entonces jamás le permitas que cocine para tu novio o él se enamorará de ella inevitablemente.


Es decir, lo mejor que te puede pasar es que tu novio sea de los que adora cocinar y que lo haga requete bien, entonces vos no tendrías que preocuparte por nada de lo que enumeré anteriormente. ¿O sí?

miércoles, 6 de enero de 2010

Hablando con extraños

Hace un par de semanas, antes de que termine el año 2009 volví a ver a un hombre con el que hablé hace varios meses. No sé su nombre, pero me acuerdo de la situación y de su cara.

Cuando lo vi por segunda vez, estaba dentro de un restaurante con una mujer, ambos lucían tranquilos, tal vez mantenían una conversación agradable. Si no recuerdo mal, él estaba sentado frente a ella y le servía comida. Mientras ella lo miraba atentamente.
Yo iba caminando, los ví durante un par de segundos, pero no me detuve. Enseguida lo reconocí de esa vez que nos encontramos en un supermercado chino sobre la avenida Córdoba.

También recuerdo su voz, él se acercó en la fila de la caja y me dijo:

- "Disculpáme ¿Dónde conseguiste eso?" - y señaló mi paquete de polenta.
Yo lo miré y pensé que tal vez me veía cara de repositora, le respondí:
- "Mirá en esa góndola, abajo" y le indiqué el lugar.
El super no es demasiado grande, podía encontrarlo con facilidad. 

El hombre giró y miró y caminó despacio hasta la gondola. 
En mis manos yo tenía además, una lata de tomates y queso. El volvió a la fila y me dijo:
-"¿Cómo se prepara esto? - Sosteniendo con una sola mano la polenta. Yo pensé que otra vez me había confundido con otra persona, pensé que tal vez me veía cara de ama de casa que sabe cocinar muchas cosas.
Lo miré un poco angustiada, pero traté de disimularlo, me pareció triste que ese hombre elegante con pelo enrulado, no supiera cocinar polenta. Le expliqué:

- "Tenés que llenar una olla con agua y ponerla al fuego, hasta que hierva. Luego echás la polenta, como espolvoreándola y revolvés para que no se hagan grumos ni se pegue hasta que se cocina. Antes tenes que ponerle sal al agua" - Le sonreí y antes de que dejara de hacerlo, volvió a preguntarme:
- "¿Se puede cocinar con leche?" - Fui más breve, simplemente le respondí:
- "Sí" - miré toda su cara, lo miré y entendí que realmente no sabía hacer la polenta, nunca había preparado esa comida seguro. 

Pagué por mis cosas y me fui, cuando salí lo espié y vi que él caminó para el otro lado. Me sentí contenta de haber ayudado a un desconocido. Me sentí rara también.


Cuando lo crucé en el restaurante y lo vi acompañado pensé que tal vez esa noche cuando me preguntó por la polenta, su plan era sorprender a esa mujer con una cena y con el vino tinto que llevaba en la otra mano.

Espero no equivocarme y deseo que esa polenta haya sido incomible. Porque lo importante, en este caso, sería el gesto que el tuvo. 

Ella no tendría otra opción, se reiría de la comida y se enamoraría de él completamente.