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miércoles, 11 de agosto de 2010

Pasala y que no vuelva

Seguro todos recordarán del colegio, de los amigos, de la infancia, de la edad del pavo; un juego que jugábamos todos, nadie ganaba o perdía, no había equipos ni reglas. Consistía en pasar algo, en general y entre los más grandes era un golpe en alguna parte del cuerpo acompañado de un histérico y risueño: "pasala y que no vuelvaaa", lo que indicaba que ese mismo golpe, ese mismo mensaje se lo tenías que pasar a otra persona, si te lo quedabas no perdías pero el juego llegaba a su fin.
Si el juego era entre los más chicos el mensaje iba en papel, generalmente el "pasala y que no vuelva" era una frase ridícula escrita a mano en un papel arrugado que solo tenía como fin distraer al otro y tal vez provocar su risa en alguna clase silenciosa del colegio.

Pero ahora, cuando me acordé de esto, además de sentir un poco de nostalgia, pensé en el hecho de PASAR en el sentido de VIVIR. Y me repetí un par de veces, "pasala y que no vuelva"... "vivila y que no vuelva". Pero además pensé: "pasala" de "atravesala", atravesar la situación y seguir adelante y ahí encontré el "que no vuelva".


Para graficar la frase es algo muy simple, así: una persona que camina por una calle cualquiera y tiene que sortear obstáculos, algunos más difíciles que otros pero al final todos (no importa cuántos sean) quedan atrás y la persona mira y entiende que pasó, que atravesó el camino y que no vuelve, por lo menos por ahora no.

En cuestión de relaciones pienso que es válido pensar así, más que nada cuando uno intenta ubicarse en el lugar de la otra persona, tal vez un amigo al que le toca pasar cierta situación y en algún otro momento, seremos nosotros u otro amigo los que pasemos por una situación con obstáculos que vencer. Lo cierto es que nunca, por más similares que sean esas situaciones van a ser iguales, y jamás vamos a poder ponernos en los zapatos del otro para entender lo que esa persona siente cuando tiene que atravesar esa situación. 
En los intentos por ayudar al otro, escuchamos atentos las historias que nos cuentan. 

Una amiga que en su camino por cortar definitivamente el vínculo con su ex novio de 5 años, sigue saliendo con los amigos y parientes de él y le decís con voz fuerte y decisión: "boluda, ¿por qué hacés eso? salí y divertite pero con otras personas, conocé gente nueva..." y cerramos la conversación, casi con censura con la trillada frase: "yo jamás haría eso su lugar". 
Hay otras amigas, una me cuenta que sale con un tipo que tiene novia y prácticamente la odias por hacer eso y otra vez intentás convencerla: "te estás equivocando, vas a sufrir mucho". Punto y decretás: "yo sé que nunca accedería a una cosa así".

Ojalá todas me respondieran y me cerraran la boca: "Ey Vicky, pasala y que no vuelva". (que te pase y después hablamos)
Porque la verdad es que no puedo ponerme en su lugar y nada es tan seguro y tan definitivo y quizás vos, yo y todos alguna vez pasemos por alguna situación similar pero nunca igual a la que viven los otros, todos.
Porque además no se sufre más o menos, se sufre y punto.  
Ahora me toca a mí. 
Pienso: la paso y que no vuelva. En pleno proceso, pienso que no vuelva

Mi obstáculo mayor es que pensar que las decisiones que toman los demás se pueden cambiar, que hay un truco o una forma mágica para cambiar eso pero ya lo voy a pasar...

martes, 3 de agosto de 2010

El amor es un huevo

Esto lo rescaté hace un par de días de mi espacio del MSN, lo tengo poublicado ahí desde el 30 de julio de 2005. Y quise compartirlo acá después de varios años, pienso lo mismo.  Hoy con 26, antes con 21. No puedo evitarlo, las fechas y el paso del tiempo, me obsesionan. Espero que lo disfruten...
 
 
"Love is an egg"... dice la canción en mi mente y continua hablando de nubes y amores no correspondidos pero yo  me quedo pensando en la primera y simple frase de la canción. Por alguna razón afirma con tanta seguridad que algo tan grande  y a la vez tan abstracto es exactamente igual a un huevo (es como decir que la biblia y el calefón se parecen... ja).
Entonces pense y llegue a la conclusión de que el amor es un huevo y no dos o una docena entera de huevos, por la simple razón de que cuando el amor (y no el corazón) se rompe suena exactamente igual a cuando un huevo se rompe.
 
 

Algo tan grande, poderoso, inevitable que puede ser verdadero o no y que hace doler suena igual a un huevo al romperse.

Oh, el amor... tan irremediablemente destructible...