06/06/12
La mitad del año, la mitad de mi año. Solo seis meses más y llega el festejo de los 29. Ya había decidido hacía casi 6 meses que mi próximo cumpleaños iba a ser distinto. Sin festejo, no quería fiesta ni torta; sin canción ni regalos tampoco fotos, ni hola ni chau, ni lista de invitados.
Cuando cumplí 28 años recibí varios mensajes, algunos los esperaba otros me sorprendieron como el de mamamono que me escribió a la noche, durante el día y también para avisarme que iba a llegar más tarde a la fiesta que organicé en mi casa. "Médico" me dijo. Cuando llegó brindamos y nos reímos. No le di importancia en ese momento. No, hasta un par de semanas después y unos días antes de que termine el 2011 en que uní información o intenté hacerlo. Aun no puedo nombrarlo. No recuerdo ni el mail ni el nombre exacto. No quiero. No lo acepto. Digo "no" todas las veces que quiero. No.
Mamamono me golpeó la cara con fuerza. Sus 4 ó 5 líneas que decían que por un tiempo indeterminado iba a estar ausente me hicieron llorar y me enojé un poco hasta que logré correrme del centro, del mío. Propio. Para empezar y lograr tener otra percepción del alrededor, de lo cercano, lo próximo. Del contorno. Mío no, de los demás, de todos. Empecé a seleccionar y descartar.
En el 2011 me sucedieron muchas cosas buenas - en portugués se dice "coisa boa"- Lindo, ¿no? Todo cobró mayor significado a fin de año cuando esas cosas habían comenzado, transcurrido y finalizado. Ahora entiendo que lo bueno que uno genera, si quiere continua y no termina nunca; con tenerlo en la cabeza es suficiente para que no se acabe y en la práctica uno puede unir las cosas que van sucediendo, relacionarlas y darles esa característica que puede covertirlo en coisa boa; aun si "culturalmente" no es "bueno". Se trata de cómo uno se detiene a observarlo y la reflexión que le sigue a eso.
El 6 de junio de este año perdí un avión. Llovía desde hacía varios días y estaba en otra ciudad bastante similar a Buenos Aires pero desconocida. Nueva. Una ciudad de la que recibí malas referencias y comentarios desafortunados antes de viajar y que aun habiendo perdido mi viaje de regreso a Buenos Aires y de pasar horas sola y un poco desanimada sobreviví con la certeza de que São Paulo jugó conmigo, me obligó a que me esforzara por dejarla y casi lo logra y me quedo. Se enamoró de mí y me despidió para esperarme otras veces y logró que regrese.