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martes, 28 de junio de 2011

Jugo de Naranja

Esc. 1
Int – Baño – Noche

A lo lejos se oye música instrumental y breves aplausos.
Pía (44) esta parada frente al lavatorio, se mira en el espejo y apoya las manos en la piedra. Tiene el pelo recogido hacia el costado y usa un vestido verde azulado, largo; escote en la espalda. Su piel es blanca, sus manos grandes y sus ojos pequeños. Pía apoya una pequeña cartera brillante en la piedra y la abre cuidadosamente.
Se abre la puerta y Blanca (17) entra descuidadamente al lugar. Usa un vestido coral y el cabello rubio y lacio. Es alta y delgada. Camina y se detiene al lado de Pía, la mira.
Blanca
¿Puedo usar tu lápiz labial?

Pía busca en su cartera y saca el maquillaje, se lo da a Blanca. Blanca se mira en el espejo, se acomoda el cabello y comienza a pasar el lápiz sobre sus labios. Pía la observa.

Pía
Sos joven
Blanca (riendo)
Sí y bella. Como cuando vos tuviste mi edad

Blanca le alcanza el lápiz labial a Pía sin dejar de mirarse en el espejo. Gira, apoya sus manos en la piedra y encoge sus hombros.
Pía da un paso al costado, sus manos sostienen la cartera cerca de su abdomen.

Pía
¿Y tus amigos?

Blanca mira a Pía a los ojos, seria; su maquillaje abundante, oscuro en los ojos y brillante en los labios.
Blanca
¿Acaso los necesito?, ¿Para que los quiero? Vos tampoco tenés amigos.

Bianca señala con sus brazos alrededor. El lugar es espacioso, con cerámicos lisos y grandes que combinan con las paredes. Sobre una pared, un espejo iluminado con pequeñas luces en el centro. Pía se acerca a Blanca y la mira. Amalia (17) de vestido amarillo entra al baño y se dirige hasta el último cubículo. Pía tira del escote del vestido de Blanca y lo rompe, camina hacia la puerta y sale sin mirar. Blanca se mira en el espejo y termina de romper su vestido.
Pía abre la puerta del baño y se asoma.

Pía
¿Conoces a Sebastián Campos?

martes, 14 de junio de 2011

Chocolate amargo belga

Hola, otra clase de fotografía y ya van 8. Si creo que estoy aprendiendo algo? seguro que sí pero debería estar sacando muchas más fotos de las que hago y no, es como... si no arrancara, llevo la cámara a pasear cuando voy a Chivilcoy y ahí queda, en mi mochila.
Cada vez más libertad en los trabajos que tengo que presentar semana a semana en las clases y sin embargo hago menos fotos y aunque siempre presento la tarea porque soy una alumnaciruela que hace todo tal cual lo pide la maestraciruela de turno, no estoy satisfecha de mi laburo como fotógrafa. Entonces me convierto en la alumnaciruelainconformista.
Esta vez llevé tantas fotos que a la hora de mostrarlas no sabía cual correspondía a cada tarea. Gustaron. Incluso al profesor, me dijo "se parecen a las fotos de Nan Goldin". Y respodí: "No conozco sus fotos". No supe quién era esta fotógrafa hasta después de la clase, cuando llegue a casa y busqué en la web algunas fotos, no encontré muchas, leí algunas entrevistas y vi videos en youtube. Lo que más me ilusionó fue que sus fotos transcurren casi todas en Nueva York
Y lo interesante es que ella haya dicho (aunque producto de alguna resaca, seguramente) que odiaba la fotografía y a los fotógrafos y que disfrutaba que le dijeran que sus fotos eran "insipiraciones" de escenas y películas enteras. Me hizo acordar a mi amiga mamamono y su no gusto por el cine. (ella, si quiere sabrá explicarlo mejor).
Nan Goldin fotografía todavía, sus fotos actuales no las conozco, no hay mucha información sobre ella en la web pero su fotos de exposición, son de los 80 y los 90; mucho color y luz en lugares no tan agradables, color y besos del mismo sexo, color y besos de distintos sexos, abrazos dolorosos, golpes, abrazos conmovedores, una época entera resumida en fotos instantáneas, simplemente bellas.

¿Si hago fotos como las de Nan Goldin? No. estoy segura que no, pero al menos por un momento me sentí un poco identificada con ella.

miércoles, 8 de junio de 2011

María Victoria reloaded*

Hace unos días me lastimé el ombligo. 
Lo miró mi hermana Sofi, y me dijo: "qué chiquito es tu ombligo". y se rió. 
Le conté a mi amiga mamamono y me contó una historia de que se desató el ombligo, que su médico la retó, que el ombligo se lava solo con aguita y tal vez un poco de jabón blanco. que básicamente está loca por urgarse el pupo y querer sacarse el "mostro" que tiene en la panza.
También me dijo que su ombligo no es chiquito, es "más bien profundo, como achinado". 
Mi ombligo pequeño me duele y desde hace casi 48 horas, de lo único que hablo es de eso. Y a quien más le taladro la cabeza es a Gustavo, mi papá.
Tanto es así que anoche, a las 11:48 pm. le pregunté por chat y por vigesimo octava vez algo referido a mi dolencia.
Mi pregunta fue simple y su respuesta... también creo.

- "Hola pá, me duele el ombligo lastimado, ¿es normal?" 

 
-"Sí, la  que no es normal sos vos"

Bueno lo cierto es que no me dijo nada novedoso, es ya me lo han dicho varias personas y de diferentes formas, pero evidentemente a mi padre, luego de tantas preguntas, histeria, frases del estilo: "respondeme porque si no lo hacés me vuelvo locaaaaaaa", etc. Lo harté y en vez de mandarme a la mierda, con su calma habitual y en una frase me dijo que soy casi casi una psicópata. 
En fin, será también porque ese mismo día pero a las 9 de la mañana, lo llamé para desearle buen día y lo desperté, su único día en el que no hace guardia, lo desperté con mi frase: "buen día chiquito gorditoooo, te quieroooo!!". Y su respuesta, también simple fue: "¿qué pasó Vicky?"






Así, no. Así no... es mi ombligo

*Reloaded: recargado. En mi caso sería recargosa.

lunes, 6 de junio de 2011

No soy yo es Vicky (II)

Si fuera dentista y tuviera la posibilidad de elegir a quién atender, seguro que a una paciente como yo no lo elegiría aunque fuese el último del mundo entero. Porque como paciente odontológica soy la hinchapelotez en persona. Y lo compruebo porque ¡tengo dos dentistas! y a los dos les hincho las bolas en dosis iguales pero por cosas bien distintas, cada vez que me atienden les hago saber que la anestesia no me gusta, que no puedo ponerme los elásticos en los brakets, que si usan mucha anestesia me molesta tener la cara dormida durante días, semanas y meses y que ando haciendo morisquetas en el colectivo para darme cuenta si tengo una parálisis facial, los jodo con los turnos. Un turno a la mañana luego lo cancelo, quiero otro día y ellos no pueden, arreglamos para un sábado, en fin... soy la peor.
Este sábado no me atendió mi dentista Lucas, al final me avisó que no podía y mentalmente le llovieron unas cuantas puteadas pero aproveché y a la tarde fui a comprar medias... volví a ser la peor pero un poco más feliz. 
La verdad es que tengo que confesar que no me cuesta elegir la ropa que me voy a poner cada día, tampoco qué comer en el almuerzo o la cena, no tengo problemas de indecisión a la hora de elegir restaurantes, lugares para pasear...  pero a veces voy al super y vuelvo a casa con 8 latas de atún, todas distintas; diferente marca, trozado, desmenuzado, en aceite, al agua... 8 latas de atún, una botella de agua mineral, pan y alguna otra cosita de limpieza tal vez. Vicky: "¿Y los otros ingredientes para armar alguna tarta o empanadas o algo para usar los casi 350 kilogramos de atún que compraste? ah no, las latas las compré para tenerlas, para usarlas "después" y porque además había una oferta genial de unas latitas mini que podes llevar al laburo para hacerte una ensalda". Ok, pensé mal. Creí que solo era una cuestión con el atún. ¿Será indecisión?
Pero el sábado me antojé de un par de medias gruesas esas que tienen algún dibujo para usar con vestidito o pollera y ahí comprobé que había tantas y tan lindas y que no iba a poder decidirme por un único par. Solo necesitaba uno para salir a la noche con mis amigas, que combinara con la remera con la pollerita de jean y con las botas. Fui a cinco casas de lencería y terminé comprándome 4 pares de medias. Chocolate, rojo, morado y gris. Lo más gracioso es que no usé ninguna de las que me compré, cambié todo mi vestuario en un segundo. Ah y jamás llevé ni una de las minilatitas que tan adorables me parecieron para hacerme un almuerzo en la oficina porque lo cierto es que jamás me haría una ensalada de almuerzo (menos con este frío) excepto si es como acompañamiento de algo. 
Vuelvo a preguntar, Vicky: "¿Será indecisión?".


PD: (lean mis etiquetas y tal vez me entiendan)

miércoles, 1 de junio de 2011

fusilli funghi

El sábado a la noche fui a cenar a un restaurante de Palermo, me enamoré fugazmente de un hombre de camisa a cuadros que cenaba con su novia y como la primera vez que visité el lugar de comidas, me enamoré toda la noche del chico que te da la bienvenida al lugar.

Sin embargo, dado que el hombre ya tenía chica y el recepcionista le sonreía a todos y no solo a mí, me dediqué a observar a una pareja.

No me anamoré de ellos instantánemente, no fue amor a primera vista, no me dio el tiempo ni siquiera para sentir cariño, aprecio. Esta vez no sentí celos, no.

La receta de los fusilli es así: 1) Lo primero que se debe hacer es poner a hervir bastante agua con un poco de sal en una olla, echar la pasta, dejar que hierva nuevamente y cocinar los fusilli 9 minutos o hasta que estén al dente.
Para una chica que no sabe mucho de cocina porque vive sola y cocina lo más fácil. Menú para uno. Tiene hambre y quiere ensuciar lo menos posible; queda clarísimo que no va a amasar la pasta, va a la pastería más cercana y compra los tallarines que le parecen más ricos y que le recomienda el señor que la atiende. 
Los de al lado, no comieron pasta ni carne, no tomaron vino ni gaseosa. Se pasearon entre la gente, y bebieron en la barra y después volvieron y cada uno se sentó frente al otro, al lado de la ventana; entre mi mesa y la de la pareja de los besos en la mano. Esta última llegó, el hombre (el de camisa a cuadros del que me enamoré brevemente) se adelantó y le abrió la puerta a su novia, se acerco a la recepción y preguntó por su reserva, ambos esperaron en la barra mientras charlaron animadamente. Ella sentada en la única banqueta que quedaba libre, él parado a su lado.
Entonces la receta de los fusilli es así:
1)Primero limpiamos, troceamos y escurrimos los champignones. Picamos finamente los ajos. En una sartén, ponemos a fundir la mantequilla y tres cucharadas de aceite. Cuando esté caliente echamos los ajos y salteamos unos minutos. Luego agregamos los hongos, un poco de queso parmesano y removemos bien.
Las dos parejitas treintañeras se sentaron a la mesa, no sé qué comieron los de los besos en la mano, asumo que pastas y bebieron vino, estoy segura que sí.
Los que caminaron entre las mesas, compartieron una sola porción de algo, desde mi lugar se vio escaso. El se sirvió en el plato, ella comió desde la fuente. Pienso que él comió más que ella mientras charlaban y alternaban sorbos de un líquido amarillento con miradas cercanas, nunca besos.
De repente el tenía la mano de ella tomada con sus dos manos. Parecía que la apretaba, los dedos; el brazo de ella vestido y estirado en toda la mesa. 
La otra pareja, la de los besos en la mano ya no estaba. Los vi charlar un par de veces con la camarera. Incluso ella se incorporó para saludar a unas chicas que estaban en el lugar. Solo quedaban las copas y la botella. 
2)Cuando los champiñones están sofritos agregar el vino y dejar que se evapore un poco. Apagar y agregar la crema y el yogourt y sazonar con la nuez, sal y pimienta.
Cerré los ojos un momento justo cuando mi hermana hizo una foto mía junto a mi mamá y cuando los abrí, vi cómo con violencia la chica se soltó de la mano de él. Le dolió más a ella y escuché: - "No te pongas mal". Ella tiró la campera y la bufanda de él sobre la mesa y se le deformó la cara. Se abrigó y se quedó inmóvil mientras sus ojos se ponían cada vez más vidriosos. 
2)Mientras tanto, en otra sartén con tres cucharadas de aceite, acitrona el resto del ajo y la cebolla, agrega los hongos,las hierbas, el vinagre y salpimenta.
La pareja de los besos en la mano, no había desaparecido. Estaba haciendo sociales en un rincón del jardín del restaurante. Hacía frío pero ellos no lo sentían, yo tuve que cruzar el jardín para ir al baño y desorientadísima, me metí en la cocina. Ellos solos, a los besos, con amigas que charlaban y se reían, ellos solos sin música, sin comida, sin vino, sin aire. Solos. 
Volví y me senté, la pareja que no hablaba estaba todavía ahí, inmóviles los dos. 

Primero quise ser la otra, la que el novio no se cansaba de besarle la mano. Quise reírme como ella, que él me mirara solamente a mí. Al mismo tiempo quise ser la otra, la inmóvil.
Pero enseguida supe que ya había sido las dos en otro momento.
Cuando volví a mi posición de testigo, quise borrar de la cabeza de la chica la frase: "no te pongas mal", quise animarla; decirle que si tenía ganas de insultarlo que lo hiciera aunque ella parecía tener más ganas de decirle que la abrazara. Creo que sentía un poco de verguenza, creo que quería que él se diera cuenta de lo que ella pensaba.
Quise decirle que sonriera, que no se enojara. Que hiciera un chiste, que lo besara. Pero no lo hice. Cómo saber si todas esas recomendaciones podían funcionar para que no se sintiera tan mal.

3)Servir con queso encima, rallado en hebras gruesas, un toque de aceite de oliva y listo.
La pareja de los besos se quedó ahí.
3)Revolver muy bien la mezcla y sacar la pasta sin escurrir ni enfriar ponerla en un platon con la salsa. 
Espolvorear queso parmesano y listo.
Los otros se fueron, se levantaron al mismo tiempo los dos. Ella juntó sus cosas y salió por el camino más corto y más despejado. El caminó con pasos irregulares, se detuvo y parado debajo de una arcada vio que ella ya casi estaba en la puerta de salida y no la siguió, atravesó una puerta, pasó entre las mesas.
No existen las recetas para que las cosas salgan bien, más sabrosas al menos. 
Me quedo con que lo importante es lograr ponerle nuestro "condimento" a todo aquello que pensamos y hacemos para que resulte algo disfrutable, placentero como la comida; no quedarnos con las ganas de probar nuevos sabores, no quedarnos con pensamientos atragantados, con lágrimas a mitad de camino. No dejar de hacer algo por temor a incomodar al otro; que mientras se haga con amor, siempre va a ser delicioso.


¡Espero que les guste y buen provecho!